Hay varias versiones ampliamente aceptadas que describen esas horas finales, una es bíblica, y las otras son más bien narraciones tradicionales de los acontecimientos en las últimas horas de Jesús. La forma tradicional de las Estaciones de la Cruz o Viacrucis es como sigue:
1. Jesús es condenado a muerte.
2. Jesús toma Su cruz.
3. Jesús se cae por primera vez.
4. Jesús se encuentra con Su madre María.
5. Simón de Cirene es forzado a llevar la cruz.
6. La Verónica enjuga la sangre del rostro de Jesús.
7. Jesús cae por segunda vez.
8. Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén.
9. Jesús cae por tercera vez.
10. Jesús es despojado de Sus ropas.
11. Jesús es clavado en la cruz – la Crucifixión.
12. Jesús muere en la cruz.
13. El cuerpo de Jesús es quitado de la cruz – la Deposición o Lamentación.
14. El cuerpo de Jesús es colocado en la tumba.
Sin embargo, en la forma tradicional del Viacrucis, las estaciones 3, 4, 6, 7 y 9 no son explícitamente bíblicas. Como resultado, se ha formulado una “Vía de la Cruz Bíblica”. A continuación están las descripciones bíblicas de las 14 Estaciones de la Cruz y la aplicación para la vida de cada uno de nosotros.
1 Estación de la Cruz: Jesús en el Monte de los Olivos (Lucas 22:39-46)
Jesús oraba en el Monte de los Olivos para que Su Padre apartara de Su mano la copa que significaba Su muerte en la cruz; lo que demostraba la humanidad de Jesús (Lucas 22:39-46). No es difícil imaginar cuán grande era Su expectación respecto a los eventos que estaba a punto de enfrentar. Llega un momento en la vida de todos los cristianos, cuando ellos también deben elegir entre la voluntad de Dios y la propia, y esa elección como la elección de Jesús, revela el nivel de compromiso y obediencia a Dios, así como la verdadera condición del corazón. Aunque Jesús estaba consciente del destino que enfrentaría en breve, Él oraba en el Monte de los Olivos por que Dios alterara los eventos, Su oración era que la voluntad del Padre fuera hecha a pesar de lo que el futuro deparara para Él. Aún clavado en la cruz y con Su último aliento, Jesús nos enseña la importancia de la obediencia a la Palabra de Dios y la importancia de confiar en Él en cada situación.
2 Estación de la Cruz: Jesús es traicionado por Judas y arrestado (Lucas 22:47-48)
Judas no solo se volvió uno de los personajes más despreciables en la historia cuando él traicionó a Jesús, también se convirtió en un inolvidable recordatorio para cada cristiano, de que ha habido veces cuando ellos han caído en la tentación del pecado. Para el cristiano, tropezar con el pecado es como traicionar al que dio Su vida por nosotros. ¿Cuánto mayor es esa traición cuando el pecado es un comportamiento elegido, alejándose deliberadamente de la convicción espiritual (Lucas 22:47-48)? Judas vivió con Jesús y estuvo sentado a Sus pies aprendiendo de Él por años. Pero a causa de que su corazón no fue verdaderamente transformado por el poder del Espíritu Santo, él cayó cuando fue tentado por Satanás. Como creyentes, se nos dice que “nos examinemos a nosotros mismos” para ver si realmente estamos en la fe (2 Corintios 13:5).
3 Estación de la Cruz: Jesús es condenado por el Sanedrín (Lucas 22:66-71)
El concilio del Sanedrín, formado por setenta sacerdotes y escribas y un sumo sacerdote, demandó que Pilato ejecutara a Jesús. Este incidente sirve como una advertencia para que todos los cristianos seamos cuidadosos de no exaltarnos a nosotros mismos con auto-justificación para juzgar a otros. El conocimiento bíblico y las altas posiciones en este mundo, aún quedan marcadamente cortas ante una santa perfección, y el pensamiento orgulloso puede fácilmente ser la caída aún del más devoto de entre los hombres. La Biblia nos enseña a respetar las posiciones de autoridad, pero a última instancia es la voluntad de Dios y la Palabra de Dios lo que debe reinar y gobernar en nuestras vidas. Los cristianos son dotados con el bautismo del Espíritu Santo de Dios para confortarlos, enseñarlos y guiarlos en cada situación, permitiéndoles hacer cada decisión de acuerdo a la perfecta voluntad de Dios, negando esencialmente una necesidad individual de gobernantes religiosos como el Sanedrín. El pueblo judío le confió la suprema autoridad religiosa al Sanedrín, lo que llevó a la corrupción entre los sacerdotes y escribas del Sanedrín, y cuando Jesús comenzó a enseñar una doctrina que minaba su autoridad, ellos conspiraron contra Él, exigiendo a última instancia Su crucifixión al gobierno romano. (Lucas 22:66-71).
4 Estación de la Cruz: Pedro niega a Jesús (Lucas 22:54-62)
Cuando Jesús fue arrestado, algunos de los que estuvieron presentes en el hecho, acusaron a Pedro de ser uno de los seguidores de Jesús (Lucas 22:54-62). Como previamente lo predijo Jesús, Pedro negó conocer a Jesús en tres ocasiones. Pedro era un amado y confiable discípulo de Jesús, quien fue testigo presencial de muchos milagros, y aún caminó sobre el agua con Jesús (Mateo 14:29-31). Aún así, Pedro demostró la debilidad del ser humano al negar conocer a Jesús por miedo a ser también arrestado. Los cristianos de todo el mundo, aún enfrentan persecución y humillación de los no creyentes en la sociedad, desde el abuso verbal, hasta golpes y aún la muerte. La gente puede juzgar auto-justificadamente a Pedro por su negación de Jesús y su miedo de lo que los romanos podrían hacerle si ellos descubrían su relación con Jesús, pero ¿cuántos creyentes bíblicos cristianos pueden decir que jamás han permanecido en silencio acerca de su fe cuando se enfrentan a la discriminación pública o privada? Tal silencio demuestra la flaqueza de la humanidad. La fe de Pedro era una fe imperfecta, primeramente porque en ese entonces, aún no había sido investido con el Espíritu Santo. Después de la venida del Espíritu en Pentecostés para vivir en los corazones de los creyentes (Hechos 2), Pedro era un león valiente de la fe, para nunca jamás temer el proclamar a su Señor.
5 Estación de la Cruz: Jesús es juzgado por Poncio Pilato (Lucas 23:13-25)
Para los estándares legales de hoy, es improbable que Jesús hubiera sido declarado culpable en cualquier tribunal, especialmente porque no se había presentado ninguna evidencia verdadera en Su contra. Poncio Pilato no pudo encontrar ninguna falta en todo lo que Jesús había hecho, y quería liberarlo (Lucas 23:13-24), pero el Sanedrín demandó que Pilato ordenara Su ejecución. El Sanedrín, quien gobernaba de acuerdo a la estricta Ley Mosaica y tradición, consideraba a Jesús como una gran amenaza para su autoridad gobernante sobre los judíos. Jesús enseñó a la gente que la salvación era por la gracia de Dios y no por adherirse a los muchos preceptos establecidos por el Sanedrín, y tal enseñanza no solo minaba la autoridad de los líderes religiosos, sino que también representaba una grave amenaza para su subsistencia. Aún en la actualidad, el mensaje de salvación por el poder y elección de Dios, no por nuestros propios esfuerzos, es impopular. Los eres humanos en su naturaleza caída siempre han querido lograr su propia salvación, o al menos tener parte en ella, para que podamos reclamar cuando menos parte de la gloria. Pero la salvación es del Señor quien no comparte Su gloria con nadie (Isaías 42.8).
6 Estación de la Cruz: Jesús es flagelado y coronado con espinas (Lucas 23:63-65). Este pasaje no existe (Probablemente sean Mateo 27:27-29 e Isaías 53:3-6)
La sanidad referida en este pasaje es una sanidad espiritual, o sanidad del pecado. El perdón de pecados, y la restauración al favor de Dios, son frecuentemente representados como un acto de sanación. Como quinientos años antes de que María diera a luz a Jesús, Isaías profetizó que Jesús sería herido por nuestras transgresiones (Isaías 53:3-6) y molido por nuestras iniquidades y que por Sus heridas nosotros seríamos sido sanados.
7 Estación de la Cruz: Jesús toma Su cruz (Marcos 15:20)
Cuando Jesús tomó Su cruz, Él estaba cargando más que madera. Desconocido para muchos de los espectadores de ese día, Jesús estaba cargando los pecados de toda la raza humana, enfrentando el castigo que merecían esos pecados, el cual Él estaba a punto de sufrir para beneficio del hombre. Jesús nos exhorta en Mateo 16:24, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” Él también revela que esta no es una opción: “…. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.” (Mateo 10:38). Tomar nuestra cruz, un instrumento de muerte, significa morir a uno mismo, a fin de vivir totalmente como nuevas creaciones (2 Corintios 5:17) en servicio y obediencia a Cristo. Esto significa rendir a Dios nuestra voluntad, nuestros afectos, nuestras ambiciones y nuestros deseos. No debemos buscar nuestra propia felicidad como el objeto supremo, sino renunciar voluntariamente a todo y aún entregar nuestras vidas, si así se requiere.
8 Estación de la Cruz: Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar Su cruz. (Lucas 23:26)
Simón de Cirene pudiera ser considerado una víctima de las circunstancias. Lo más probable es que él haya ido a Jerusalén para las festividades de la Pascua, y probablemente sabía muy poco acerca del asunto que nos ocupa. Sabemos muy poco acerca de Simón de Cirene, puesto que él no es mencionado en la Biblia después que ayudó a cargar la cruz sobre la que Jesús sería clavado (Lucas 23:26). Obligado por los soldados romanos a ayudar, Simón no se resistió, muy probablemente temiendo por su propia vida a la luz de la situación que presenciaba. A diferencia de Jesús, quien cargó la cruz voluntariamente, Simón de Cirene fue “obligado” o forzado a llevarla. Como cristianos, debemos unirnos a Jesús en su sufrimiento voluntario, como Pablo nos exhorta, “Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero suyo, sino participa conmigo de las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios.” (1 Timoteo 1:8) es 2 Timoteo 1:8
9 Estación de la Cruz: Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén (Lucas 23:27-31)
Cuando Jesús se encontró con las mujeres que lloraban y algunos de Sus discípulos en Su camino a la crucifixión, les advirtió que no debían llorar por Él, sino que su preocupación debía ser por ellos mismos y las vidas de sus hijos, considerando el aumento de la maldad que se levantaba por todo Jerusalén (Lucas 23:27-31). Aún mientras sufría gran dolor y humillación personal, la preocupación de Jesús no era por Él mismo, sino por las vidas y las almas de aquellos que enfrentaban el peligro de la condenación eterna por el pecado en sus vidas. La misma precaución es relevante para los cristianos de hoy en día, que debemos cuidarnos de no permitir que nuestras preocupaciones por este mundo estén por delante de nuestra devoción y obediencia a Dios. Jesús dijo, “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36), y como ciudadanos del Cielo, nuestro enfoque y atención debe estar allí.
10 Estación de la Cruz: Jesús es crucificado (Lucas 23:33-47)
Es difícil que después de dos mil años del hecho, nos imaginemos el horror del momento, mientras aquellos cercanos a Jesús fueron forzados a permanecer impotentes mientras los clavos eran atravesados a través de Sus manos y pies dentro de la madera sobre la que Él dejaría Su último aliento en Su forma humana (Lucas 23:44-46). Sus seres queridos y sus discípulos, no entendían totalmente el significado de lo que estaba sucediendo en ese momento. Aún no estaban capacitados para entender que ese hecho malvado del hombre era el resultado del divino propósito y plan para la salvación de todos los que creyeran en el Cristo. Para nosotros en la actualidad, “¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:3). “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos.” (Hechos 4:12).
11 Estación de la Cruz: Jesús promete Su reino al ladrón creyente (Lucas 23:43)
Es posible que el ladrón que fue crucificado al lado de Jesús fuera capaz de comprender el concepto de que la vida no terminaba para Jesús, sino que Él estaba trascendiendo el mundo físico hacia la eterna promesa por la que Él vino a proveer para la humanidad. El ladrón se volvería uno de los primeros en entrar al paraíso por gracia a través de la fe en Jesucristo (Efesios 2:8-9). Jesús le dijo al ladrón que ese día él estaría con Él en el paraíso, porque había aceptado y creído en el Hijo de Dios. Este es un ejemplo muy claro de que una persona es salvada por gracia a través de la fe, en vez de por las obras, como aquellos que persiguieron y condenaron a Jesús querían que la gente creyera.
12 Estación de la Cruz: Jesús en la cruz, habla con Su madre y discípulos (Lucas 23:48-49, Juan 19:25-27)
Jesús en medio de Su agonía, aún estaba poniendo las necesidades de otros antes que las Suyas propias, al generosamente encomendar el cuidado de Su madre a Su amado discípulo Juan (Juan 19:27). Su vida entera, incluyendo Su muerte, enseñó con el ejemplo, que debemos poner las necesidades de otros antes que las nuestras, sujetando todo a la perfecta voluntad de Dios. La voluntad para cumplir con Su Palabra y demostrar con acciones el sacrificarse fielmente por los demás ante la adversidad, es definir las características de la verdadera vida cristiana.
13 Estación de la Cruz: Jesús muere en la cruz (Lucas 23:44-46)
Al momento de la muerte de Jesús, la cortina del Templo, la cual separaba al hombre del Lugar Santísimo, se rasgo de arriba abajo. Esto fue aterrador para todos los judíos que presenciaron el evento, quienes no se daban cuenta que esto marcaba el fin del Antiguo Pacto y el principio del Nuevo Pacto. El hombre ya no tendría que sufrir la separación de Dios a causa del pecado, sino que ahora seríamos capaces de aproximarnos al trono de gracia confiadamente en oración para el perdón de los pecados. La vida y muerte sacrificial de Jesús había quitado la barrera del pecado, haciendo posible para el hombre obtener la salvación por gracia.
14 Estación de la Cruz: Jesús es puesto en la tumba (Lucas 23:50-54)
Después que Jesús murió y fue bajado de la cruz. Él fue puesto en una tumba proporcionada por un hombre llamado José, del pueblo judío de Arimatea (Lucas 23:50-54). Sucedió que José también era un miembro del Sanedrín, pero se había opuesto al juicio y crucifixión de Jesús. José creía secretamente que Jesús era el Mesías de acuerdo a la Escritura, pero temía las consecuencias de reconocer su fe públicamente (Juan 19:38). Después que Jesús murió, José fue secretamente a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús para que pudiera proporcionarle una sepultura apropiada.
El gran sacrificio de Jesús, no solo se convirtió en la expiación por los pecados del hombre, sino también se convirtió en la victoria que derrotaría y vencería a la muerte, de la que de otra manera habría sido el ineludible destino para todos los hombres que han nacido bajo la maldición del pecado. Nuestro Creador es justo y como tal, demandó que fuera pagado el castigo por el pecado. Porque Dios es amoroso y misericordioso así como justo, Él envió a Su único Hijo para pagar el castigo por nuestros pecados, sabiendo que de otra forma estábamos condenados por toda la eternidad (Juan 3:16). El amor y la misericordia de Dios quedaron grandiosamente demostrados por las palabras de Jesús mientras colgaba agonizante en la cruz, al pidirle a Dios que perdonara a aquellos que lo estaban matando en su ignorancia (Lucas 23:34). Es fácil suponer que la indisposición del hombre para rendirse totalmente a la obediencia de la Palabra de Dios y la ley, es por su falta de conocimiento y sabiduría. La ironía de esa suposición es que la fatalidad que se produjo para Jesús en la cruz, se convierte en la fatalidad espiritual para aquellos incapaces de vencer la misma ignorancia que aún plaga a mucha de la humanidad de hoy. El hombre pecaminoso que rehusa aceptar el regalo de salvación que Jesús hizo posible mediante Su sacrificio es seguramente el producto de la rebelde ignorancia y del pecado que separa a un hombre de la sabiduría de Dios.